El cinismo venezolano

Santos Luzardo / Venezuela RED Informativa.us
Un pueblo convencido de la usurpación del poder por las gravísimas razones que son del conocimiento mundial y que ha gritado y denunciado hasta el cansancio, junto a una sentencia de prisión y el desconocimiento de más de 50 países, no son suficientes para que los genios criminales de la política de siempre ahora decidan un referéndum revocatorio, que las organizaciones del régimen aceptan con una rapidez nunca vista, es la mala nueva del 2022.
El cinismo que ha caracterizado a los pueblos con antecedentes como por ejemplo: condenar a muerte a Sócrates, y que por corromper a la juventud con el daimon y otras ideas.
Quemar en una hoguera a Juana de Arcos y a cuantos se les ocurriera al «Santo Oficio», dizque por herejía.
Amenazar de muerte a Copérnico y a Galileo porque dijeron que la tierra giraba alrededor del sol, en contra de lo que creían los sabios de la iglesia católica.
Cobrar por la redención de las almas, las indulgencias cuestionadas por Lutero. ¡Que santo padre León X!
Todo lo escrito ut supra, sin duda, es digno del elogio a la locura que escribió De Róterdam y mucho más, para calificar a las sociedades como rebaños con códigos esclavistas incomprendidos por el pueblo, conducta que generan la peor de las cobardías: la espiritual.
Nada tiene que ver con el cinismo helenístico de su máximo exponente «el perro del barril», pero sí todo con el nuevo paradigma del cinismo a lo venezolano, es decir, la vanidad, egoismo, ignorancia, obediencia perruna como objeto social, osea: el clientelismo político.
Maquiavelo en su Tratado del Príncipe titula su capítulo 23: ¿Cómo huir de los aduladores?, pero mejor que el título su contenido. Alighieri en su Comedia ubica en el noveno círculo del infierno a los traidores, que califica como la más grave de las culpas.
Cabalgando de Angostura, rumbo a Bogotá, el Libertador decía a sus generales: “Por dondequiera que voy hay desunión y desorden, pronto vendrá la muerte.” ¡Qué pueblo infernal tenemos aquí! “Me he convencido más y más, que la libertad, ni las leyes, ni la mejor instrucción nos pueden hacer gente decente. En nuestras venas no corre sangre, sino maldad mezclada con terror y miedo. Todo lo que nos ha precedido está envuelto con el negro manto del crimen».
Todo ha sido dicho y he aquí y ahora como vemos que se verifica la perfidia por las acciones que superan toda retórica engañosa, que junto al crimen ha ocupado a los políticos venezolanos, para llevar un país promisor y cimero en la América Latina a un país depauperado y más.
El mundo favorece al pueblo aunque sea moralmente pronunciándose en contra del usurpador y los políticos por inconfesables razones pretenden legitimarlo de espaldas a todo lo referido in initio.
La ventajosa maña que impulsa ese ardid político, sin fundamento constitucional y pletórico del cinismo criollo, traerá dolorosas y humillantes consecuencias. El usurpador sería salvado en cualquiera de las opciones y seguiremos crucificando al Cristo de todos los tiempos.
Todo pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción
De la Orden de los Caballeros de Fénix