El exterminio de los pensionados y jubilados


Mientras los salarios de los trabajadores se derriten bajo una inflación infernal en Venezuela, los jubilados y pensionados, junto con las madres y niños desnutridos del país, son quienes llevan la peor parte.
En los arreglos particulares que existen entre los empleadores y los empleados en Venezuela, algo le arriman al trabajador activo en dólares mes a mes. A la fuerza laboral activa de Venezuela algo le sale, algo recibe, algo le llega en dólares dentro de su sobre de pago.
Sin embargo, tanto la empresa privada como el sector público continúan reacios a indexar y dolarizar los salarios y sueldos de los trabajadores en el país. Ambos sectores siguen encapsulados dentro de una burbuja de ficción perversa, donde pagan sueldos y salarios en bolívares, mientras todos los precios de todos los bienes y de todos los servicios del país suben de precio en dólares.
Pero esa pequeña ventana de salarios de estricta sobrevivencia solo funciona para aquellos trabajadores y empleados activos. En el caso de los pensionados y jubilados de Venezuela, que ascienden a más de 5.5 millones de venezolanos que cumplieron su ciclo laboral, no es así. Individuos a quienes semana tras semana les descontaron una parte de sus sueldos, año tras año. O a todos ellos les retuvieron una porción de su dinero para supuestamente ser administrado con profesionalismo, escrúpulos y compuestos por institutos, cajas de ahorros y sistemas mixtos de jubilación, como pasa en otros países. De manera que, para ellos, para los pensionados y jubilados de Venezuela, no existe ese premio de consolación. No hay nada de dólares en ninguno de los pagos que reciben. Solo bonos en bolívares, con nombres idiotas, que cada vez valen menos.
Y eso que estamos hablando de una plata que fue, es y siempre será del jubilado en Venezuela; fue él quien la pagó. Quien la sacó de su bolsillo con el correr de los años y de su vida laboral. Que no se la pidió ni mendingó a nadie; que la depósitó con fe ciega en una alcancía oficial que confió le garantizaría un ingreso digno en su tiempo del retiro.
Y que le robaron hasta el último de los centavos que pagó por adelantado, insisto: año tras año. Hoy el régimen administra con criterio de mal chiste el sistema de pensiones, en bolívares y en montos que no dan ni para comprarse un helado.
Por eso es que la marcha promovida por el Comité de Derechos Humanos de los Jubilados y Pensionados del país, convocada para hoy lunes 29 de mayo, es crucial para preparar el camino de la recuperación de Venezuela. Un solo contenido, un solo objetivo: evitar la extinción de los jubilados y pensionados venezolanos. Efectivamente, como ellos mismos indican: las pensiones y jubilaciones de la Venezuela de este disparate son una bomba solo mata gente.
Hay que hacer oír, hay que reproducir hasta la sordera, el grito de los millones de venezolanos que son asesinados a cuotas por un salario mínimo de holocausto y que esos viejitos representan la dignidad de Venezuela, la experiencia, la sabiduría, y que no son ningún estorbo sino el alma de la nación.