EMPEORANDO

Yolanda Medina Carrasco / Venezuela RED Informativa.us
Si en Venezuela diciembre y enero fueron malos, febrero resultó peor. La inflación, que no se detiene, terminó de arrasar los bonos de margarina que el régimen entregó en bolívares, pero en los momentos que le dio la gana, cuando la plata valía muchísimo menos. Y así, como por magia, el Banco Central estabilizó el tipo de cambio, dejándolo por un ratico en 25 bolívares por dólar, hasta nuevo brinco.
Los amigos que le componen las estadísticas al régimen informan que el 74% de todas las transacciones que se llevan a cabo en el país se realizan en divisas. Para una profesional como yo, que no soy economista, llama la atención saber ¿de dónde sale tanto papel moneda de dólares allá en Venezuela? ¿La Reserva Federal montó una sucursal en el centro de Caracas para entregarle al Banco Central el circulante con el que prácticamente se mueve la casi totalidad de la economía venezolana?
Porque no nos van a hacer creer que ese 74% de todas las transacciones que se realizan en Venezuela y que se llevan a cabo en dólares, se hacen por Zelle o por transferencias, o por las personas que se bajan del avión que hay que utilizar desde República Dominicana para llegar a Maiquetía. ¿O un por un bojote de tipos con muy mal aspecto que van y vienen sin parar entre Maicao o Cúcuta y Venezuela?
El país es una enorme lavadora de efectivo sucio, proveniente de todos los rincones de lo más torcido del mundo. De la compraventa de armas, de los tanqueros de petróleo que pagan el crudo venezolano con la entrega de paletas con millones de dólares en efectivo, como cuenta mi hermano Pablo. De los cargamentos de droga que manejan los generales y de cuanto chiquero Dios creó.
Entre tanto, como si el asunto de un país hecho papelillo no les importara, la gente de FEDECÁMARAS, invita a Lorenzo Mendoza de la Polar a que se lance a las primarias de la oposición. Como dicen los zulianos: ¡FEDECÁMARAS se quedó sin manos de tanto jalar!
¡Venezuela ya no es un país, Venezuela es un desastre! Un barrio sin ley, donde unos pocos hacen lo que se les ocurre, y el resto se va pegando porque no les queda de otra que no sea imitar a los desgraciados para no morirse de mengua, o huir del país sin mirar para atrás.