ESO NO ES VIDA

Yolanda Medina Carrasco / Venezuela RED Informativa.us
En Venezuela la dictadura está empeñada en que nuestro pueblo se acostumbre.
Se acostumbre a vivir la mitad de todos los días sin luz. Que no haya agua. Que la policía, las fuerzas armadas y hasta los carteros abusen del pueblo, sin que uno pueda decir ni pío.
Que la democracia solo sea un disfraz electoral, siempre con resultados arreglados y aceptados por las partes, como si fuese “normal”. Que las fuerzas que dicen “combatir” al régimen, entren en una especie de estado de hibernación política, de autismo, hasta que llegue el año 2024, solo para entonces tratar de despertar a los gafos y chantajearlos para que vayan a votar, y así colaborarle al régimen con el cuento de la democracia en dictadura.
Que Venezuela, que todo el país, se acostumbre a todo lo malo. A los precios de la gasolina que pone el generalote que administra el despacho de combustible en cada bomba. Que nos acostumbremos a los precios de todos y cada uno de los artículos que se compran y se venden en el país, marcados solo por quienes venden, y siempre a su buen entender.
Nos quieren acostumbrar a vivir en una jungla, en una selva primitiva sin reglas escritas, donde se tiene que aprender a sobrevivir como se pueda. Evitando caer en el área de interés de algún enchufado o militar del régimen, que se encapriche con algo que no sea suyo y termine uno en las manos del “flamante” sistema de justicia que nos gastamos, convictos y confesos por cualquier cosa que se inventen para extorsionarnos.
La dictadura de Caracas busca que nos acostumbremos a esto y a muchas desgracias más; igual que acostumbraron los Castro al pueblo cubano a calarse lo que sea. Lo mismo que en Nicaragua, o todos los horrores que vive el pueblo iraní, ocultos debajo de sus burkas, velos y ejecuciones sumarias.
Maduro, sus cubanos y el resto de los pillos que le acompañan en el esfuerzo de acabar con un país que no es ni de él ni tampoco de ellos, es que aprendamos a convivir con lo malo, con lo feo, con la barbarie, como si fuera normal. ¡Y eso no puede ser!