Yolanda Medina Carrasco / Venezuela RED Informativa.us
Otra Semana Santa más, y Venezuela continúa en el Calvario del siglo XXI. Sin piedad y como castigo, el país se mantiene bajo el control de las fuerzas más oscuras que podamos imaginar. Gentes sin credo, ni Dios, asesinan, roban y destruyen todo aquello que no se pueden coger.
Cientos de Judas han entregado nuestra patria a los peores, a los más malos y a los más miserables del planeta. Y, todos ellos, como si no fueran también venezolanos, han cobrado por sus traiciones mucho más que las treinta monedas de las cuales habla el Evangelio de la Pasión de Cristo.
Varios ejércitos de ocupación, despiadados y vengativos, se han ensañado en contra de nuestra tierra. Ellos han demostrado más codicia y maldad en contra de nuestra gente, que la voracidad de las viejas Legiones de Roma en contra de la Palestina de los judíos del siglo I.
Y lo mismo que hacía Roma en su momento, también se lavan las manos por las torturas, las persecuciones y la destrucción de todo lo que es nuestro. Como si se tratará de una plaga bíblica de bichos, se juegan a los dados con los usurpadores de Miraflores las riquezas de todos los venezolanos.
A nosotros, a la gente de fe, en este momento solo nos queda como consuelo el Domingo de Resurrección; el momento del renacer de la Vida y de la esperanza en que en algún momento saldremos de esta pesadilla.
Y el simbólico consuelo que aprovecha nuestro pueblo, para quemar el Domingo de Resurrección la maldad encarnada en el Iscariote eterno. Un monigote expuesto en las calles de todos los pueblos y de todos los barrios de Venezuela, que representa todo aquello que el país detesta. Ese que, tras veintitantos años de opresión, sigue siendo el mismo.
