El Fogón de la Editora

LA TRIBU GUAYANESA: LOS BARBARAZOS

Yolanda Medina Carrasco / Venezuela RED Informativa.us

A nadie, ni a mí, ni dentro ni fuera de Venezuela, le puede sorprender la profunda y total podredumbre con que se maneja el sistema judicial en nuestro país. Si en el pasado se hablaba con asco y repugnancia de las tribus judiciales, la basura del siglo XXI ha llevado a otro nivel el quítate tú pa’ ponerme yo. Hoy la justicia en Venezuela se mueve en el fondo del fango y de lo sucio a realazo limpio y, desde luego, en dólares.

Tarifado, costoso y solo engrasado por y para enchufados, la banda de jueces y abogados dentro del palacio de justicia de Ciudad Guayana lo que da es miedo. El caso de la niña y de la familia Silva Pellicer pone los pelos de punta.

Raro que el padre de la menor muere acá en Estados Unidos sin dejar testamento. La esposa y madre de la niña exige la partición de la herencia de la forma tradicional, pero los hijos mayores del señor Silva Pellicer inmediatamente se ponen en control de los bienes del difunto. Dejan a la niñita y a la madre, esposa del finado, por fuera y se cogen propiedades, reales y activos millonarios.

Hasta ahí, la receta tradicional de las novelas policiacas. Lo estrambótico del caso es la complicidad en el “golpe” por parte de los jueces Mercedes Sánchez, Paolo Amentas y Ann Nathalie Márquez con dos bribones abogados, Gustavo Blanco y Zaddy Rivas, custodios de la herencia. Todos ellos, por cierto, pillos bajo la protección de la joyita de Maikel Moreno, expresidente de Tribunal Supremo de Justicia. Individuo con orden de captura por la justicia norteamericana y propietario de una villa en la Toscana italiana, gracias a su sueldo y bonificaciones de ley como magistrado, y eso que se sepa…

Total, el caso llega a manos del gobernador del estado Bolívar y se derrama por entre las redes y los pocos periódicos que aún sobreviven en esa región. Así que la señora jueza Mercedes Rosario Sánchez le da un patatús y se viene volando hacia Estados Unidos, pide refugio y exige tratamiento migratorio de perseguida política entre gallos y madrugada. Deja el tribunal botado como conuco abandonado, sin carta de renuncia ni fiesta de despedida, sin mirar para atrás, seguramente con la “platica” de los ahorros de toda una vida… judicial ¿Qué es todo eso?

Pues la sombría cara de la falsa justicia en Venezuela. Tú no tienes que ser Agatha Christie ni la «Reportera del Crimen», pero todo lo que cae y se zambulle en el poder judicial de Venezuela tiene la impronta de lo chueco, lo corrupto y lo dañado.

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