Pablo Medina / Venezuela RED Informativa.us
Intentar tratar de distraer la atención sobre la profunda crisis humanitaria que padecen amplios sectores de nuestra gente en Venezuela es criminal. Es burlarse del hambre y de las penurias que están empujando, a cada vez más y más venezolanos, a escapar, a huir del país.
Por supuesto que la existencia de un estado forajido, dedicado como oficio al narcotráfico, es un delito. Como también es infame que la dictadura sea el aguantador oficial de las amenazas y chantajes que como herramientas de política exterior, utilizan sus socios los rusos, los chinos y los iraníes, para chocar con el resto del mundo. Pero matar de hambre a una inmensa capa de toda nuestra población, vulnerable desde hace años por el retroceso y la miseria acumulada por más de dos décadas, eso se llama GENOCIDIO.
No hay mentira que pueda esconder lo que está ocurriendo dentro de Venezuela. Y eso el mundo tiene que conocerlo. Porque este HOLOCAUSTO no se arregla con acuerdos entre dos grupos de mafiosos, repartiéndose el territorio donde llevar a cabo sus delitos.
El GENOCIDIO que está ocurriendo sobre una buena parte del pueblo de Venezuela tiene que ser denunciado, tiene que transcender MÁS ALLÁ.
Esto ya no es un simple asunto político; ni mucho menos un tema interno. Estamos en presencia de una dinámica de extinción desde el Estado. Y se supone que “eso” el mundo civilizado lo rechaza o lo debería rechazar.
