NO SON TODOS

Yolanda Medina Carrasco / Venezuela RED Informativa.us
La burbuja en la cual vive una pequeña parte de la Venezuela actual no da para esconder a la fea realidad nacional. No son ni suficientes ni bastantes los bodegones, los conciertos con entradas carísimas ni las fiestas en la cima de un Tepuy, para tapar la miseria en que viven las grandes mayorías venezolanas.
¡Claro que hay muchos que se han reinventado en medio de tanto desastre! No todos somos ni ladrones ni malandros, sin dudas. Muchos han regresado al país con plática o han llevado sus dólares para hacer cosas, para emprender negocios.
Pero, los que mueven el dinero que corre por todo el país, el dinero grandote y sabroso, son los enchufados, los narcotraficantes y cuanto bicho con pezuña lleva años usando a nuestro país como un aliviadero.
Ahí se encuentran los bandidos del régimen y sus secuaces. Ahí “funcionan” todos aquellos sinvergüenzas que han convertido a Venezuela en un santuario de piratas. En una guarida perfecta, protegida; donde no llega ni tampoco alcanza, ni por error, la mano de ningún tipo de justicia.
El venezolano atrapado en Venezuela vive un eterno día a día de “sálvense quien pueda”. Las grandes mayorías contemplan pasmadas como todo cuesta en dólares, que ellos no tienen. Como los precios saltan de una semana a otra, en dólares, sin que ellos cuenten con la posibilidad de poder pagarlos.
Solo unos pocos hacen el mercado completo, viajan, comen sabroso y pagan las cuentas en los bodegones. Es un montón de dinero que, definitivamente, no produce un país que está parado. Allá el dinero se está moviendo a la velocidad vertiginosa del narcolavado; del narcolavado desde el mismo Estado. Desde la piñata sin control de los grandes negocios mineros y de extracción, que la dictadura ha franquiciado a empresas españolas, chinas, rusas, canadienses y, por supuesto, cubanas.
Hoy tanto el dinero, como el país, es solo de unos pocos. Igual que en Cuba, solo unos pocos pueden comerse una langosta y vivir como príncipes saudíes. La tan cacareada inclusión, de la cual vociferaban tanto estos delincuentes, es solo entre ellos y con lo ajeno.