PRESOS SIN DOLIENTES

Yolanda Medina Carrasco / Venezuela RED Informativa.us
Pero bueno, y digo yo: ¿es que acaso no son también gente los casi 500 presos políticos que el narco-régimen de Maduro mantiene enterrados en vida dentro de las cámaras de horror que les construyeron sus amiguitos iraníes y cubanos?
¿Esa pobre gente no cuenta? Digo, como no tienen pasaporte americano, que se los trague la tierra. Nada: que se pudran mientras sirven para meterle miedo al resto de los venezolanos que no están enchufados, y disuadirlos para que no se metan en camisa de once varas con la dictadura; ¡porque les puede ir aún peor!
Juan Vicente Gómez con su Rotunda y sus mazmorras en los viejos castillos de la colonia era un aprendiz de malo al lado de estos sádicos del siglo XXI.
Yo soy la primera que pongo el grito en el cielo por el asunto del intercambio de los «narcosobrinos», por los rehenes norteamericanos. Pero, si el gobierno de Joe Biden le quiere dar algún valor a todo este desastre, que le exija a la dictadura de Caracas una amnistía general sobre tanto venezolano destrozado a palos que estos muérganos mantienen bajo secuestro dentro de las siniestras cárceles de mi país.
Con una acción de esa naturaleza varios cientos de hombres y mujeres, civiles y militares venezolanos, podrían ver nuevamente la luz del sol, tras años también de permanecer como rehenes del sistema de justicia venezolano. Hombres y mujeres, civiles y militares, que son víctimas de arreglos judiciales, de trampas y mentiras legales, de un sistema tribunalicio corrupto, que actúa solo por motivaciones de naturaleza política, para mantener de forma indefinida a cientos de verdaderos patriotas venezolanos bajo secuestro carcelario, robándoles el futuro.
¡Que abran las cárceles políticas del régimen! Que amnistíen a tantos y tantos venezolanos a los cuales ya les han arruinado la vida. Que, en medio de tanta y tanta maldad profesional hagan la parodia, la puesta en escena completa de la democracia y de las elecciones libres, soltando, devolviendo a la vida, a toda esa pobre gente.
¡Oh, Dios mío: ábrele la poca alma inmortal que le queda pegada al cuerpo a todos esos bandidos, para que escuchen el clamor que pide un poco de humanidad para quienes tanto sufren en mi país!