El Fogón de la Editora

¡QUÉ DESGRACIA!

Yolanda Medina Carrasco / Venezuela RED Informativa.us

Con una Venezuela parada por la falta de luz, o por la falta de agua, o de Internet, o de todas esas y otras desgracias más a la vez, el país no va para ningún lado.

La dictadura, experta en trucos, hacer maldades de todo tipo y tener muy malas mañas, finalmente le consiguió la caída al dinero que millones de venezolanos mandamos a nuestras familias en forma de remesas.

Como los caminos de entrada son ilimitados, y cada vez son menos formales, el régimen de Caracas decidió robarse la platica que le llega a nuestra gente, pero a la salida, al momento en que nuestras familias realizan sus compras.

Así que el nuevo impuesto sobre las transacciones en divisas llegará al 20% de todo lo que se page. Todo aquello que se cancele en otra moneda distinta al bolívar será víctima de robo. Y para que nos entandamos: ¡en Venezuela ya casi nadie tiene bolívares!

La maldad del régimen es tan pero tan grande, que sin ningún escrúpulo van a salir a llevarse el 20% de cada cosa que compre nuestra gente. Además, claro está, del IVA y de cualquier otro tributo que ya se esté aplicando.

Como no encontraban la fórmula para cogerse la plata de las transferencias, estos malvados asaltan los bolsillos de los venezolanos, en el instante último en que van a pagar.

Luego que dejaron que el sistema nacional se inundara de dólares, ahora, que hay muchísimos y no hay bolívares por ningún lado, salen a robárselo a la gente.

¡Son atracadores, salteadores de caminos! No están satisfechos con tener alquilado al país a sus aliados del bajo mundo. No les es suficiente usar a las fuerzas armadas, los puertos, los aeropuertos y docenas de gobernaciones para dedicarse al tráfico de drogas. No están contentos con haber expulsado por el hambre y por el uso de la “justicia”, para quedarse con lo que no es de ellos, a casi un tercio de nuestra población.

También le meten mano a los bolsillos de nuestra gente que hace milagros para poder, con lo poco que tienen, comprar sus cositas.

Tanto mal, tanta maldad, no puede ser perdonada ni por Dios ni por ninguno de nosotros; porque todos somos Venezuela.

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