Somos resistencia y somos Venezuela


Que nadie se equivoque, lo repetimos cuantas veces sea necesario: ¡el enemigo de Venezuela es el régimen de Nicolás Maduro! El enemigo del pueblo venezolano es Nicolás Maduro y sus bandas de criminales, usen o no usen cachuchas.
Los enemigos de toda Venezuela son los regímenes de Cuba, Rusia, China e Irán, así como las fuerzas irregulares colombianas que han hecho de nuestro país su santuario para el mal y para hacer lo malo. Igualito que el Tren de Aragua, las mafias de Rafael Lacava en Carabobo y los amigos invisibles con que cuenta el régimen de Caracas y sus enchufados en Washington, capital de este poderoso país.
Pero sin desviarnos ni un solo centímetro de lo que nos importa realmente: el enemigo de Venezuela y de los venezolanos es toda esta gente inoculada por Chávez en el torrente sanguíneo del país. Miserables, traidores y malandros que llevan casi 25 años destrozando a Venezuela, robándosela y haciendo lo que le da la gana con ella a varias manos. Asociados para sobrevivir con lo peor y lo más sucio que pueda existir sobre el planeta Tierra, manteniendo como rehenes a más de 20 millones de venezolanos adentro, y a cerca de 8 millones más dando tumbos por todo el mundo.
Sabemos y conocemos que toda esta máquina de maldad desde el estado, con disfraz de democracia y total dominio sobre todas las instituciones venezolanas, no funciona sola. Que las alianzas, los convenios, acuerdos y los pactos que tiene el régimen con potencias, corporaciones, personajes y países funcionan con el combustible de nuestros recursos, de nuestro petróleo y de nuestro gas. Nuestros yacimientos de metales preciosos, superconductores, agua y tierras de una altísima fertilidad.
En el propósito de las grandes mayorías de la nación venezolana por recuperar nuestra libertad, nuestra capacidad de acción y de aspirar otra vez a llevar una forma de vida colectiva que permita a cada venezolano acceder a lo que cada uno pueda merecer, solo somos 33 millones de pobres diablos en contra de los poderes más impresionantes, fuertes, ricos y sin escrúpulos que existen en la actualidad.
No está fácil. Lo primero que han hecho y logrado es dividirnos, aun compartiendo muchos de nosotros el mismo propósito. Y esa ha sido nuestra mayor debilidad, pues eso solo favorece a nuestro enemigo.
Muchos creemos en un tipo de salida y otros en otras maneras. Pero aceptando que todos los que estamos del otro lado del régimen no tenemos las cartas marcadas, ni estamos haciendo trampas, queremos lo mismo: deshacernos del NARCO-RÉGIMEN de Miraflores. Por eso propongo una pausa. Un tiempo para enterrar cualquier posible hacha de guerra que pueda haber existido en cualquiera de los lados, en cualquiera de las partes que queremos realmente volver a ver a Venezuela en plena libertad. No le sigamos dando el gusto a Diosdado, a Maduro y a sus cubanos. ¡Tenemos que parar las trifulcas domésticas!
Sin quebrarse, solo doblándonos: aquellos que estén en lo que ellos consideran como una salida valida y posible en lo electoral, que continúen dándole forma y contenido. Que sigan haciendo lo que creen que conviene y con quien le conviene. Con una agenda clara, nada de agenda 2030, o privatizar PDVSA, o pagar una deuda externa ilegal. ¿Por qué no pagar la deuda interna a los trabajadores y dolarizar los sueldos, salarios y pensiones? Seria una base solidad de acuerdos.
Por nuestra parte estamos prendidos en la idea de construir una Asamblea Libertadora que recupere la legitimidad y la legalidad perdida por la extinta Asamblea Nacional de 2018, que se incorpore con nosotros, que se una con Venezuela.
La Asamblea Libertadora es un nuevo primer paso. La Asamblea Libertadora es Venezuela y todos nosotros, todos los que tenemos bien claro quiénes son nuestros verdaderos enemigos, somos Venezuela. Por eso: ¡Dios, Venezuela libre y Cese de la Ocupación!