Valores venezolanos


Si a la Venezuela que tenemos que recuperar le dan una docena de hombres y mujeres como Eduardo Guzmán Pérez para hacer gobierno, el país comenzará a echar «palante» y en serio. Y finalmente, en la dirección correcta: hacia el progreso y su total y completa independencia agroalimentaria.
Eduardo es un hombre que habla recio, quien sale sentado delante de un escritorio, teniendo a su espalda una biblioteca atapuzada de libros, arropados con nuestra bandera nacional. Eduardo es quien hace los micros por la redes, analizando a la Venezuela de verdad-verdad de la cual, muy pocos, poquísimos, se atreven a hablar.
Si a mí me toca, me lo llevo y lo pongo como ministro de la cartera de Agricultura y Cría de la Venezuela que a todos nos tocará rehacer.
A Eduardo habría que meterle unos pernos en los pies y coserlo a un despacho en Miraflores para que le ponga los patines al resto de nuestro gobierno, de manera que cada ministro haga lo que tenga que hacer para reajuntar todos los pedazos que están regados de nuestro país.
Eduardo Guzmán Pérez es un hombre de las fuerzas armadas, de la contrainteligencia venezolana; autor de cerca de 60 libros sobre agricultura, geopolítica, historia y producción autónoma y sustentable de alimentos para nuestro país. Conoce a medio mundo y sabe cualquier cantidad de “cosas” de la cuarta y de la quinta, que ponen los pelos de punta.
Y Eduardo está claro: Chávez, sus monigotes, sus viles alianzas con Cuba y con el resto del mundo sucio del planeta al cual le entregó el alma venezolana, entró por la puerta grande del país porque la Venezuela que se echó a perder se lo permitió, casi que se lo soñó.
Para Eduardo, como para muchos de nosotros, Chávez se coleó por entre las grandísimas cantidades de malas y fatales decisiones, e intereses mezquinos que se cocieron durante una Cuarta República injusta y repugnante; que solo hoy resulta “buena” porque nos ayuda a hacer la comparación entre lo “bien que se vivía en esos años” cuando la colocamos cara a cara con el desastre que tenemos de país actual.
Eduardo sabe y no tiene pelos en la lengua para decirlo: las mismas malas mañas que dieron la bienvenida a Chávez son ahora peores. Los mismos fulanos que rasparon la olla del país antes de Chávez siguen ahí, siguen escondidos, carroñando, tragándose a Venezuela. De la mano con los “nuevos”, que ya pasan de los 24 años haciendo del país un bodrio peor aún que el anterior. Con un elemento todavía más satánico y nunca conocido en toda la historia venezolana: la entrega del territorio, del gobierno, de la salud, de todos los asuntos del estado a bandas de ocupación de naciones extranjeras. A lo peor, a lo más sórdido y encochidado del mundo actual; rusos, iraníes, cubanos, chinos, narcoguerrilla colombiana. Traidores miserables al país, a cambio de su aseguramiento en el poder al precio que sea. Y, “eso”, “eso” es lo peor, lo nunca antes visto, lo fuera de cualquier límite; lo más imperdonable de todas las cochinadas juntas que el régimen en sus tantos años de dictadura disfrazada ha llevado a cabo.
Somos una referencia sin duda alguna interesada; para mí Eduardo Guzmán Pérez es un amigo. Pero tiene el perfil del individuo con los recursos intelectuales, académicos, éticos, morales y funcionales, como muchas personalidades agrupadas en la resistencia para la reconstrucción de la Venezuela que tiene que resurgir luego de este desastre.