CRITERIOS Con Pablo Medina Carrasco

La segunda independencia

La HAMPOCRACIA en Venezuela ya consiguió lo que quería: le sacó a la administración del presidente Biden buenos negocios con el petróleo y rueda libre. ¡Ah!, también Maduro puede contar que los norteamericanos se harán los “Willy” con aquello del Cartel de los Soles. Y, todo indica, que van a continuar mirando para otro lado con lo de los socios terroristas de Caracas. Quién sabe y, de pronto, hasta le entregan de ñapa al paisano de Maduro, Alex Saab, por cuatro o cinco norteamericanos todavía rehenes en El Helicoide.

Régimen y cogollo de la oposición, en lo sucesivo, solo se verán a escondidas. Nada más para que uno le entregue el dinero al otro, y así poder pagar las primarias. Como con las queridas: rapidito, para que nadie los vea.

El primer gran mandado ya lo hizo el cogollo de la oposición: le desmanteló al régimen la presidencia provisional y le quitó el sambenito de la trampa electoral que tiene amarrado al colombiano en Miraflores.

Al rasparse a Guaidó, quien de paso estaba loquito para que se lo rasparan, el cogollo de la oposición le hace saber al mundo que reconoce a Maduro como presidente constitucional de Venezuela.

Como acabaron con Juan Guaidó, están segurísimos de poder convencer a la gente de que borraron las trampas que el narco-régimen hizo en las elecciones presidenciales de 2019.

Pero que se entere el mundo entero: ¡eso sigue igualito! Maduro continúa siendo un presidente ilegitimo, producto de un fraude electoral requete denunciado en todo el planeta. No es porque boten a Guaidó por ladrón que la cosa cambió. Venezuela continúa en estado de usurpación y se mantienen en vacío de poder presidencial.

Y, por favor, toda esta trama no puede ser sustituida con otro intento electoral en 2024, que terminará en lo mismo de siempre: un colosal fraude electrónico.

A Venezuela hay que llenarla con una Junta de Gobierno que sea conformada por los mejores talentos del país, estén donde estén.

Una Junta de Gobierno que arranque su gestión con el compromiso sagrado de no dejarse secuestrar ni comprar por el régimen de Caracas, como ocurrió con Juan Guaidó y su pandilla.

Ahora es la hora del TSJ en el exilio, es decir, es la hora crucial del último rincón de lo legal que queda en Venezuela para que apoye la convocatoria del Poder Constituyente Originario en Asamblea de Ciudadanos, a fin de estructurar la Junta de Gobierno, la cual ejecutará lo que no hizo el bandido de Juan Guaidó de declarar la Segunda Independencia, sacando por la fuerza a la narcotiranía y levantar desde menos cero a la Nueva República de Venezuela.

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