FEDECÁMARAS Y SU ENCHUFE

Yolanda Medina Carrasco / Venezuela RED Informativa.us
Yo me acuerdo: en mi época las elecciones del presidente de FEDECÁMARAS y de su junta directiva eran como un Miss Venezuela.
Periodistas «pallá», periodistas «pacá». Set de prensa con entrevistas en caliente. Un buen hotel dentro de Venezuela. Desayunos sabrosos y cocteles de bienvenida para los comunicadores “expertos” en la fuente. ¡Era un lujo!
Si mi memoria no me traiciona, Adán Celis ya había desfilado y repartido sonoros abrazos y apretones de mano por aquella alfombra roja. Con todo y el clásico discurso, versión Osmel Sousa, de los niños pobres, la infancia abandonada y la pobreza del país.
Pero aquella era otra FEDECÁMARAS. Esa FEDECÁMARAS tiraba golpes de estado para salir de la plaga de Hugo Chávez. Se arreglaba con los militares que no vendían ni producción drogas y hasta pactaban con Carlos Ortega de la CTV para tratar de componer a Venezuela; luego que muchos empresarios y hombres de negocios en nuestro país le metieron un platal al chavismo de después de la segunda presidencia del doctor Caldera. ¡Pero eso era antes!
En cambio ahora, en los tiempos de enchufados y enchufes que corren, a los productores agrícolas y camioneros que botan sus cosechas de tomates porque la guardia los tiene fritos con tanta robadera, ni tampoco tienen para la gasolina con que llegar a Caracas, que los parta un rayo.
Ni tampoco a esta nueva FEDECÁMARAS roja-rojita le interesa en lo absoluto el impuesto que le cobran a la gente en Venezuela por pagar cualquier cosa en divisas; o que le aumenten en un 30% los impuestos aduanales por las cajas HOME DEPOT que llegan a nuestro país con comidita, algún remedio que es imposible pagar en Venezuela y ropa del Ejército de Salvación que las familias que están afuera le envían a los que están adentro del país. Y ni decir de los míseros sueldos que mayoritariamente cancelan en sus empresas a sus empleados en bolívares, mientras que la inflación corre sin parar, pero en dólares.
Es que la FEDECÁMARAS de hoy en día huele mucho, muchísimo, a régimen, a enchufados, a buenos negocios con el estado; de esos negocios que son bien malos pero para el resto del país. A mí que me perdonen: pero ¡enchufado es enchufado!